Cada bolsa de recortes, cada palé de producto caducado y cada sobrante de materia prima guardan un valor oculto que la mayoría de las empresas pasa por alto: reducirlos libera liquidez inmediata, abre la puerta a financiación verde y refuerza la reputación de marca ante clientes e inversores.
Hoy, la diferencia entre un restaurante que sobrevive y otro que triunfa está en la experiencia visual. Y nada transmite mejor la esencia de un plato que el video.
En el sector de la restauración, es habitual prestar atención a los errores visibles: el punto de la carne, un retraso en una mesa, una mala respuesta de un camarero… Pero el delivery ha destapado una batería de nuevas incidencias que cada día generan más problemas.
Optimizar y estandarizar el proceso de gestión de compras de un restaurante es una de las oportunidades más grandes para superar las dificultades actuales de inflación y reducción de márgenes de rentabilidad.
Un restaurante sin un sistema de gestión es como un músico sin metrónomo: suena bien, pero en algún momento llegará tarde. Aunque pueda parecer exagerado, en el mundo de la hostelería moderna, esta afirmación tiene más sentido que nunca.
Digitalizar no es solo cuestión de eficiencia, sino de experiencia. Las reservas son la puerta de entrada a una gastronomía inteligente que escucha, aprende y anticipa.
En un sector como la restauración existen dos formas de venta, a precio cerrado (menú degustación, menú del día o incluso los helados de una heladería) y a precio abierto (carta)
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